No cabía en mí de gozo cuando recibí la confirmación de que estaba admitida en las Jornadas Informativas Erasmus+ los días 13 y 14 de diciembre en Madrid, pero menos aún cuando volví de ellas. Retomar la presencialidad era algo que todos deseábamos desde hace casi dos años, pero además, los enclaves elegidos para su celebración no podían haber sido mejores: el Teatro Real y el Círculo de Bellas Artes de Madrid.
Pero solo el enclave de las Jornadas no puede ser. ¿Qué tiene este mundillo de Erasmus+ que nos emociona y nos deja enganchados?
¿Será el comprobar que las experiencias de movilidad te cambian la vida? En Madrid fuimos testigos de testimonios dignos de ser conocidos por toda la comunidad educativa. Gracias a ellos aprendemos, nos inspiramos, nos emocionamos, nos salta el resorte de las ideas...
¿Serán las personas? Las que han participado en los proyectos que te cuentan sus aprendizajes, vivencias y posterior repercusión en sus vidas. Las que los ponen en marcha en sus centros educativos, que te dejan ojiplática/o por la profesionalidad e ilusión con que los presentan, la generosidad con la que comparten su trabajo. Las que organizan y conducen las jornadas, que no se puede dar una información con más rigor, pero a la vez entusiasmo y cercanía. Las que conoces en este tipo de jornadas, con las que comienzas hablando tímidamente, pero al rato ya habéis compartido 999999999 ideas porque tenéis un mundo en común.
¿Serán los proyectos? Sus temáticas, adaptadas a cada situación particular, de las que siempre puedes aprender y adaptar a tu contexto. La mejora de la calidad educativa visible y visibilizada a través de este tipo de jornadas. Metodologías innovativas, resultados que cambian lugares, centros educativos y vidas de personas.
Yo no sé lo que será, pero mañana los CEPs andaluces hacen una presentación en formato virtual del nuevo programa Erasmus+ y yo no me lo pienso perder por nada del mundo.




